Se come una galletita de agua. Se come otra; acto seguido, mete tres dedos en el paquete y trata de agarrar una; saca dos, las tritura plegadas con los dientecitos paleta; deja caer las migas por el cuello, se le quedan pegadas en el tórax. Su acompañante mira a través del vidrio con desasosiego.
-Sabés que ir a bailar solo es todo un tema...pero una vez que entrás te das cuenta que no era para tanto- Toma un té rojo. El acompañante rebobina la mirada hacia el galletudo pero sostiene la misma línea recta en el infinito.
-La oscuridad me desata, no sé cómo explicártelo gráficamente- Se manda otra galleta.
-Sí, entiendo lo que decís; el olor de los cuerpos, el humo, el flash en la pista principal- Dice el acompañante mientras chequea el celular.
-No, la verdad que eso no me molesta; digo, esa cápsula ciega me chupa, parece un milímetro pero apenas tanteo con el pie me doy cuenta que son miles de metros de oscuridad donde mis calzoncillos no son mis calzoncillos, o el pelo que me arreglé con tanta preocupación ha desaparecido y de repente tomo un trago y tengo en mí una cabeza extraña que observa las cosas como una lagartija agazapada o no sé, como un tipo vacío y blandengue- Lucha con la última galletita de agua en el fondo del paquete. Mete cuatro dedos y con la otra mano toma la base, mira al acompañante esperando la respuesta. El otro piensa, deja el celular sobre la mesa, lleva dos dedos a la frente, se rasca la nuca, humedece los labios.
-La oscuridad me da lo que me falta con la luz natural, ¿entendés? Hago fotosíntesis negativa. Me chupo indiscriminadamente todo el oxígeno de los demás; después me voy al baño, me concentro en el espejo y exploto con toda la mierda que tengo adentro, me re cago sobre los espejos; meo todo lo que tengo, me apoyo en las bachas y me purgo con absoluta impunidad. Los otros culpan la falta de aire al humo que tiran en los boliches; los que bailan en la pista de tecno son los que caen más rápido; justo esos, los giles que creen que porque tienen antejos de sol les rebota el flash, los boluditos esos se quiebran al toque. Después caen los paleros que creen que les agarró el bajón, y al irse a vomitar al baño, se tapan de mi mierda. Los de la pista de rock nacional no solo que me dan pavor si no que me generan una montaña de desprecio acumulado desde el año 2000, mas o menos, quizás un poco después. Cuando me quemo el aire de los bailarines de la pista latina, uno de los pulmones me late como un segundo corazón; me calienta los pelitos de las fosas nasales, me erizo entero; la garganta queda lisa (casi como el día que me comí un vicvaporub). Es bellísimo y reconfortante ver caer a las parejas que bailan pegadas las cinturas con cinta sckotch. Cuando el dj se desploma sobre la mezcladora y la música se congela sobre el vacío en una sola nota sofocada, camino al baño pisando los cuerpos y, como te decía, me cago en todos- Se rié y espera al acompañante.
-No sé, no me gusta bailar-
21 de julio de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
me encantó, muy pero muy bueno
Como supongo que habrás percibido, al leer tanto mis poemas, como mis cuentos, mi lenguaje es diferente, lo cual no significa que subestime ni mucho menos otros estilos. En definitiva me encantó leer tu trabajo. Otra cosa, dejame tu mail, para que te transmita una invitación a un encuentro de artistas, muy interesante
Publicar un comentario