La playa de estacionamiento que ocupa media manzana está cubierta de olor a chicle de fruta. Las sensaciones del olfato que más le perturban; le hacen perder el equilibrio mental; le provocan un ascendente pavor por la médula espinal. Asco macizo. Una columna indestructible de asco puro.
Odia los días a medias. De mañana calor subtropical. De noche leve frío, molesto como la llovizna (sea verano o invierno, la estación que prefieras). Tucumán suele ser un poco más simple: calor entero, frío entero.
Quién habrá sido el hijo de puta que se compró un chicle "tutti fruti". Odia a la Humanidad. Desprecia el cielo; ese, y todos los otros arriba de ese mismo que está mirando. No puede oír por los auriculares, pero ve las luces de un auto rojo que se proyectan desde su espalda y se abren como un abanico sobre toda la playa. A lo largo del estacionamiento se extiende una pared alambrada y con púas.
Se imagina en una carcel de máxima seguridad en España. ¿Por qué en España?.
Tiene que avanzar tajeando la estela de chicle rosa. El frío pequeño como una hilera microscópica que returce los cuellos cuando tenemos pesadillas. Se mete en las fosas nasales y congela el olor a goma de mascar como dice en los envoltorios de los productos de exportación.
Hay dos verdades: la realidad y la ficción. Las dos son posibles; sumamente asibles.
La realidad deambula en mi cerebro, hace viento, deja huellas de velocidad, se retuerce como la hilera microscópica. La ficción se despega de la realidad, no por completo, sino apenas, sólo como para rellenar el deseo que no se encuentra o destruir algún pasaje real que no se quiere recordar. Los rudimentos de una idea que da vueltas; un lazo que une la realidad y la ficción y por momentos las convierte en intercambiables .
13 de agosto de 2008
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2 comentarios:
"me acaricia el agua de las axilas"
nada más
jajaja pero escribiste el comentario en un post distinto; o esa era la idea?
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