Mi Ex

Suponé que vas manejando tu auto un día miércoles a la siesta.
El transito desordenado y despacio como todas las siestas en Tucumán.
Suponé que un auto bordó que va adelante frena de golpe y te hace frenar de golpe a vos.
Cerrás los ojos y apretás los dientes porque sabés que le vas a dar al baúl del auto bordó. Pero no le dás y seguís y el bordó maniobra mal y encima no lo podés pasar porque equipara la calle de un lado a otro entonces vos tratás de mirar para ver quién es porque seguro es una vieja chota con anteojos que esquiva todos los baches y frena en los semáforos amarillos o es una pendeja que maneja con Diego Torres al máximo de volúmen y no escucha un carajo qué es lo que está pasando afuera mientras ella maneja.
Suponé que que a las cinco cuadras de suplicio el bordó se pone para la izquierda y toca semáforo en rojo. Vos tenés piedra libre para la derecha, la aprovechás, te ponés al lado para putearla con ojos de zorra filosa y cuando estás a punto de tirotearla te reencontrás después de un año con tu ex psiquiatra. Te shockea saber que era la opción A pero en versión: “La mujer que salvó tu vida durante un año y medio”. Me produce un pequeño temblor el hecho de encontrarme con mi única amiga de cincuenta años. Ella sabe todo de mí, todo, completamente, sabe hasta lo que yo no sé, es un horror. Ahora me ve de auto a auto y sabe mi patología, y mi árbol genealógico.

Me produce pudor. Nos saludamos. Le hago señas desfachatadas para que baje la ventanilla y ahora es ella la que está nerviosa.
Le cuento a los gritos que voy a presentar mi libro, que le voy a llevar uno. Ella pone cara de emocionada y luego la cambia y pone cara de melancolía como si fuera un encuentro de ex pareja y me pregunta con un tono levemente mas bajo : cómo estás?, así como toda lastimosa.

Su pregunta me cala hondo pero me hago la new age y le digo: bien, bien. A secas, superadísima, además no sabe que estoy haciendo terapia con una psicóloga, que todo lo que hablaba con ella ahora lo hablo con otra. Que el tema del libro y de la literatura en general ahora lo hablo con otra, que también nos reímos mucho y que con esta al fin pude editarlo. La parada en el semáforo se transforma en un momento incomodo de reencuentro con un ex. Me extrañará?. Después de atender a todas esas viejas aburridas que no les alcanza con un rivotril y piden mas y mas y cuentan cosas estúpidas sólo porque nadie mas que ella las escucha. Después de todas ellas tenía turno yo. Habrá hecho transferencia positiva?, habrá hecho transferencia erótica? Ojalá que no.
Al fin se pone en verde y aprovecho para volver a saludarla con desfachatez y seguir mi camino. Me quedo callada. Pienso en el sofá verde inglés y en todas esas pastillas que tomaba.
Pienso en mi actual psicóloga. Cómo será cuando la deje. Cuando nos encontremos en la calle y sea igual de incomodo y yo me vaya en silencio acordándome todas las cosas buenas que sacó de mí y todas esas cosas horribles que me muestra y la odio y después me voy y la necesito.
Todo es culpa de la psicoterapia. No hay que meterse en esas cosas. Uno entra, se encariña, conoce a alguien que podría ser tu amigo y no se puede. Ya lo arruinaste todo. Todo.