Quizás sea debido a mi estirpe italiana que me gustan esos grandes shows de la RAI. Siempre me gustaron. Acostumbraba levantarme a la mañana a poner los cassettes de Xuxa o los de Reina Reech. Como casi todas las niñas de principios de los noventa, mi sueño era ser paquita. Digo casi porque el otro bando de niñas bailaba con “La ola está de fiesta” de Flavia Palmiero y en el grado competíamos por ser el grupo con mayor cantidad de adeptas.
Nunca voy a olvidar el día que la señorita Eve nos llevó al Mayestic a ver Luna de Cristal. Xuxa estaba secuestrada en una alcantarilla junto con un chico rubio con los dientes sucios que denotaban la cantidad de tiempo de reclusión bajo la calle. Por varios días pensé que si esas cosas terribles le sucedían a Xuxa entonces a mí también podrían secuestrarme.
El cine era una gran alcantarilla y mis compañeras le gritaban al monstruo baboso que psicopateaba a Xuxa acercándole su nariz gancho hasta rozar esos labios voluptuosos: ”Noooooooo!, sácala de ahiiiiiiiiiiiii, gordo maloooooooooo”. Yo no quería gritar porque me imaginaba que el gordo baboso iba a aparecer corriendo entre las butacas a robarse a alguno de nosotros. La señorita Eve se daba vuelta desde la primera fila y nos pedía silencio con total falta de respeto de su parte ya que mis amigas estaban denunciando el secuestro de la animadora mas grande del mundo.
No recuerdo por qué pero Xuxa terminó zafando de la alcantarilla y entró a trabajar de empleada domestica en la casa de una gorda muy sucia y con unos tremendos pelos en las piernas. La primer escena en la casa desastrosa mostraba a una Xuxa veinteañera con su cola alta y rubia frente a la mesada de la cocina contemplando la pila de platos grasosos rodeados de cucarachas. Cucarachas por doquier. Todos los planos mostraban cucarachas en movimiento. Al principio shock emocional y luego a remangarse y ponerse los guantes para lavar. Mientras cantaba Crocki, crocki, crocki, crocki, menuda confusión de mi mamá dejó la cocina brillante y desinfectada, pero claro, como a una heroína de bajitos todo le sale mal al principio, la dueña de casa le hacía lavar los pisos con franela y de rodillas. Mientras lo hacía cantaba ahora hay que contar: un, dos, tres, un, dos, tres y me tienes que abrazar, la canción del hada madrina que se le aparece a Xuxa mientras lava.
Ahogándose en su propia maldad, la gorda peluda que intentaba depilarse sentada en el inodoro, chorreó cera a la tabla y se quedó pegada. Gritaba desesperada de la quemazón y de la pegazón mientras el hada y Xuxa se reían a carcajadas ( el Mayestic parecía un superclásico. Mientras nosotras, las chicas, nos burlábamos con saña de la gorda pegada al inodoro, los chicos por hacernos la contra, gritaban: “que la saquen a la gordaaaaaaa”). Finalmente llegaron los bomberos y como cualquier comedia yanquee, arrancaron el inodoro del piso y sacaron a la malvada hija de puta delante de todo el vecindario hasta subirla a una ambulancia sentada en el inodoro.
Xuxa se había liberado. Ya había sido rehén, ya había sido mucama, ya había sido una sometida pero ahora quería soñar. Entonces con sus amiguitos del barrio, todos de mi edad, siete u ocho años, ( en el cine nos moríamos de celos de no estar ahí de extras) descubrieron un paraíso frondoso, muy selvático, vaporoso como garoto brasilero. Los amiguitos vestidos de ángeles cantaban enloquecidos: vamos junto a ti, seremos invencibles hasta el fin, juntos somos mas y nadie puede hacernos tropezar y Xuxa canta: un sueño para dar, me hace cantarte amor y ahora todos, los amiguitos, xuxa, todo el elenco, el cine, la señorita Eve: Luna de cristal dejame soñar, quiero ser estrella, yo ya sé brillar, luna de cristal, llena de pasión, haz que sea mi vida llena de emociooooooón.
Nunca voy a olvidar el día que la señorita Eve nos llevó al Mayestic a ver Luna de Cristal. Xuxa estaba secuestrada en una alcantarilla junto con un chico rubio con los dientes sucios que denotaban la cantidad de tiempo de reclusión bajo la calle. Por varios días pensé que si esas cosas terribles le sucedían a Xuxa entonces a mí también podrían secuestrarme.
El cine era una gran alcantarilla y mis compañeras le gritaban al monstruo baboso que psicopateaba a Xuxa acercándole su nariz gancho hasta rozar esos labios voluptuosos: ”Noooooooo!, sácala de ahiiiiiiiiiiiii, gordo maloooooooooo”. Yo no quería gritar porque me imaginaba que el gordo baboso iba a aparecer corriendo entre las butacas a robarse a alguno de nosotros. La señorita Eve se daba vuelta desde la primera fila y nos pedía silencio con total falta de respeto de su parte ya que mis amigas estaban denunciando el secuestro de la animadora mas grande del mundo.
No recuerdo por qué pero Xuxa terminó zafando de la alcantarilla y entró a trabajar de empleada domestica en la casa de una gorda muy sucia y con unos tremendos pelos en las piernas. La primer escena en la casa desastrosa mostraba a una Xuxa veinteañera con su cola alta y rubia frente a la mesada de la cocina contemplando la pila de platos grasosos rodeados de cucarachas. Cucarachas por doquier. Todos los planos mostraban cucarachas en movimiento. Al principio shock emocional y luego a remangarse y ponerse los guantes para lavar. Mientras cantaba Crocki, crocki, crocki, crocki, menuda confusión de mi mamá dejó la cocina brillante y desinfectada, pero claro, como a una heroína de bajitos todo le sale mal al principio, la dueña de casa le hacía lavar los pisos con franela y de rodillas. Mientras lo hacía cantaba ahora hay que contar: un, dos, tres, un, dos, tres y me tienes que abrazar, la canción del hada madrina que se le aparece a Xuxa mientras lava.
Ahogándose en su propia maldad, la gorda peluda que intentaba depilarse sentada en el inodoro, chorreó cera a la tabla y se quedó pegada. Gritaba desesperada de la quemazón y de la pegazón mientras el hada y Xuxa se reían a carcajadas ( el Mayestic parecía un superclásico. Mientras nosotras, las chicas, nos burlábamos con saña de la gorda pegada al inodoro, los chicos por hacernos la contra, gritaban: “que la saquen a la gordaaaaaaa”). Finalmente llegaron los bomberos y como cualquier comedia yanquee, arrancaron el inodoro del piso y sacaron a la malvada hija de puta delante de todo el vecindario hasta subirla a una ambulancia sentada en el inodoro.
Xuxa se había liberado. Ya había sido rehén, ya había sido mucama, ya había sido una sometida pero ahora quería soñar. Entonces con sus amiguitos del barrio, todos de mi edad, siete u ocho años, ( en el cine nos moríamos de celos de no estar ahí de extras) descubrieron un paraíso frondoso, muy selvático, vaporoso como garoto brasilero. Los amiguitos vestidos de ángeles cantaban enloquecidos: vamos junto a ti, seremos invencibles hasta el fin, juntos somos mas y nadie puede hacernos tropezar y Xuxa canta: un sueño para dar, me hace cantarte amor y ahora todos, los amiguitos, xuxa, todo el elenco, el cine, la señorita Eve: Luna de cristal dejame soñar, quiero ser estrella, yo ya sé brillar, luna de cristal, llena de pasión, haz que sea mi vida llena de emociooooooón.
2 comentarios:
Lamento decirlo pero yo era de Flavia Palmiero y la Ola, ya sé, cualquiera, pero me gustaba hacer la contra siempre fui defensora de pobres y ausentes y en ese caso, flavia SIEMPRE perdia frente a xuxa en las competencias de los fans. Igual tuve una muñeca de xuxa y algun cd seguramente. Ah las sanadalias de plástico me volvian loca.
jajaja yo pense que era la unica q se volvia loca por unas sandalias jaja pero solo habian tallas pequeñas
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