3 de agosto de 2007

Oficina

Nunca quizo ir a pasear a otro lado que no fuera el parque. Al comienzo pensaba que le gustaba mucho, que le parecía algo poético, que se había hecho íntima amiga de los pájaros, que le gustaban los algodones de azúcar mitad verde y mitad rojo que venden sólo ahi o algo así. Sentada en un banco, su cuerpo se recortaba por el sol y proyectaba en el suelo una figura negra larguísima. Salí con ella alrededor de tres meses, tres raros meses. Nos encontrábamos espontáneamente, no había premeditación, aunque era muy fácil, sabía que de uno u otro modo la encontraría ahí, parqueando. No hablabamos mucho, ella era corta de palabras como esas adolescentes preciosas que solo ofrecen su cuerpo a la mirada de los otros, solo a la mirada, pero sin embargo la pasábamos muy bien. Permanecíamos ahí, sentados o tirados en el pasto al sol de la siesta, lagartos muertos que tuestan su piel al sol y guardan el calor para la noche. tenía ella la gracia de detener el tiempo, desde que nos encontrábamos lograba abstraerme del mundo, olvidar la oficina, lo atrasado que iba con esos artículos, pagar el teléfono, comprar un regalo para mi madre que al día siguiente cumplía años y así. Todo se esfumaba cuando me besaba, ni antes ni después: era un efecto terrible, podíamos conversar horas y horas pero en el momento en que me besaba era cuando realmente me tomaba, no podía resistir ni parar, sino solo besar, tomar, desnudar, coger. Comenzamos a llevar cosas: unas mantas, botellas que cargábamos con agua, una caja, picadillos y viandadas. Nos quedábamos en las noches parqueando. habíamos logrado instalar una especie de oficina , que llamábamos la "oficina de parques y jardines". No teníamos espejos, ni cocina , ni cama, pero el lugar era acogedor. Fue creo que para el feriado del 25 de mayo que aprovechamos el fin de semana largo y nos quedamos ahí tres días al menos. Salí de la oficina el viernes al mediodía y mu fui directo a la otra oficina. Ella me esperaba dormida en una montaña de hojas secas absorviendo todo el sol. Llegado el final del lunes, mi barba estaba crecida, mi ropa arrugada, desprolija y no me importaba. Al día siguiente tenía que presentar unos informes acerca de la suba de precios del último mes, y no me importaba. Tenía el celular lleno de llamadas perdidas y tampoco me importaba. Me quedo a vivir acá, le díje a Liz, así se llamaba mi compañera, sin más. Estuvo completamente de acuerdo. Durante un mes permanecimos en nuestra oficina. Nos acobardó el primer gran frío del invierno, nuestra oficina más que eso parecía una choza, y los cerramientos eran bastante malos o inexistentes. Alzamos campamento el 21 de junio, comienzo del invierno. Yo no sabía bien qué hacer, adonde ir. Émprendí el regrerso a mi antigua casa. Liz me dijo: voy a buscar un lugar más cálido para vivir, esta provincia es una mierda, y se fue a la terminal de ómnibus a comprar un ticket a su nuevo destino.

4 comentarios:

Dalai irma dijo...

Liz Solari?, no me digas que me metiste los cuernos tres meses con liz solari! hijo de puta!!!

Anónimo dijo...

y Dana como se porto ultimamente?

Dalai irma dijo...

bien mal muy bien muy mal muy muy excelentemente bien perfectamente mal horriblemente bien maravillosamente mal

Anónimo dijo...

Tan parecida a una historia que yo mismo viví... Después de los años descubrí que no era el sexo, ni ella, ni lo que hablábamos. Era la puesta en escena. El parque.

Tengo que admitir que odio recurrir a esa historia. Odio ese tipo de nostalgia.
Quizás es porque me hago el machote y no me gusta reconocer la peor debilidad.