Entre la espalda y la pared

Frìa noche en la ciudad de los edificios y las luces, perdidos en el trazado asfàltico, buscando un taxi, un mòvil, algo o alguien que nos traslade en el espacio. Èramos tres, pero solo recuerdo a dos, serà porque nada màs importaba. De pronto bromas, golpes, agitaciòn: tensiòn. Te tomé del cuello de la polera como para ahorcarte, para matarte , estrangularte hasta que se te acabe el aire y robarte con mis labios tu ùltimo aliento. Los dos frente a frente, la mirada fija y el corazón inmóvil, impávidos, obsoletos en medio de la calle. Los dientes te brillaban en una sonrisa màs grande que tus ojos. Mas nada sucediò. La bocina de un tren nos despertò de ese instante en el que te escapaste, maldita, de mi fuego. Yo no sè si estoy haciendo lo correcto, pero realmente no me importa, como si talcorrecciòn realmente existiese. Sòlo sé, querida, que no te vas a volver a escapar, que te voy a buscar por mar y tierra, entre el aire, en los subsuelos y en los edificios, y cuando te encuentre con mi corbata nueva (sí, esa de color vino que compramos) te voy a atar las muñecas y apretar los nudoa hasta que sangres o tu sangre se detenga,. Luego con otra rondarè tu cuello y repetirè la operación, y entonces, sin dejar de mirarte a los ojos, te robarè el aliento.