19 de marzo de 2007

Podría ser las mujeres con equipo de gimnasia que se juntan en grupo a tomar café bajo los árboles de los bares que rodean la plaza.
Podría ser la chica que sale del gimnasio fresca, tan fresca, mientras habla entretenida por el celular. O quizás la chica que corre por la plaza que ahorra lo que gasta la chica del celular en el gimnasio.
Podría ser el hombre de unos setenta y cinco años con vendas en las pantorrillas y zapatillas para correr mejor, que además me observa y me intimida.
Podría ser la gordita ajustada que viene cruzando la avenida con su cinto de tachas, cruza tan liviana que me estremece. O ser los skaters que se deslizan y vuelan, aunque sea un pequeño tramo.
Podría ser el rapado gigante con pinta de skinhead que pasa a mi lado y me dice “hermosa” y lo pronuncia, para mi asombro, con tanta dulzura que me descoloca y me da la vuelta para mirarlo.
Podría ser algún jugador del casino por el que estoy pasando en este momento, o ser vos, que ya no estás y que te extraño.
Pero también pensé que si fuera ellos, entonces tendría la posibilidad de ser yo, que también estoy caminando y colándome en medio de una ciudad llena de luz y de tráfico.
Seguí caminando, en la bolsa llevo seis panes pebetes y dos rosquetes, jamón y queso. En la cartera, la ley de Quiebras y unos papeles de donde hoy a la mañana construimos una demanda. En la caja de cigarrillos me queda uno sólo, me fumé los otros nueve deliberando si me iba a fugar a Buenos Aires o me quedaba a rendir otra materia mas. Además tengo las llaves de mi casa y me olvidé el celular como si me hubiera extraviado la diástole o la sístole.
Estoy llegando a casa luego de un día extraño, ferviente, y necesario. Miré el cielo y advertí que siendo las diez de la noche, era la primera vez en el día que elevaba la vista tan arriba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lindo, muy lindo; ahora escribís mejor... y fresco.

Anónimo dijo...

Dana, éste me gustó, fuído, relajado, lindo, lindo